Receta casera de hechizo para proteger el hogar de las energías negativas.
Los objetos como las personas, absorben las energías negativas del ambiente, las que quedan instaladas en ellos, afectando a quienes entran en contacto con estas vibraciones. Imagina lo difícil que sería liberar a cada uno de los enseres de tu casa de dichas energías, ni que hablar de las paredes. Este hechizo te permitirá eliminar las vibraciones negativas del ambiente, gracias a los poderes esotéricos de la cebolla.
Si en tu casa reina la mala onda, recurre a las cebollas y despreocúpate. Este hechizo de cebolla te ayudará a limpiar tu hogar de energías y vibraciones negativas, gracias a los poderes esotéricos de la cebolla, que las atraerá, para llevárselas con ella.
Hechizo de cebolla para la purificación
Ingredientes:
cebollas en rodajas
Procedimiento:
Corta las cebollas en rodajas y colócalas en platitos pequeños de loza.
Distribuye estos platitos en los diferentes ambientes de tu hogar, tratando de que estén dispersos, en todas partes por igual.
Abre las ventanas y deja que la cebolla actúe, absorbiendo las vibraciones negativas, al menos por una hora.
Mientras esto ocurra, no estaría mal que salgas a dar un paseo.
Cuando regreses, toma una bolsa grande de residuos y desecha las rodajas de cebolla.
Asegúrate que sea dentro del horario de recolección de residuos y que el contenido rápidamente se alejará de tu hogar.
Puede que te sientas tentado de pulverizar aromatizantes de ambiente, para neutralizar el fuerte aroma de la cebolla. No lo hagas, al menos hasta el día siguiente
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viernes, 3 de febrero de 2012
Hechizo de cebolla
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Hechizo de cebolla
domingo, 15 de enero de 2012
Baño para los negocios con Oshun
Baño para atracción en los Negocios
Ingredientes: 3 Girasoles, miel de abeja, canela. Esencias de Atracción, Imán, Pega Pega, Amor,Triunfo. En un envase estrujar los Girasoles y agregarle las esencias. Este baño lo puede ofrecer dando gracias por el desarrollo de lo anhelado a Oshún o a las Potencias Indias. Hacerse 3 baños seguidos. Incienso de Canela,
Este bañoes poderosisimo aparte de tener efectos sanadores y reconfortantes para tu espiritu.
Ingredientes:
Una cucharada de miel de abeja
Una taza de te de perejil
Cinco clavos de olor
Tres palitos de canela
Petalos de flores rojas
Media taza de vino tinto
Menta sea en hojas o licor
Perfume de tu agrado
Tres velas rojas para peticion de amor y verdes para pedir por dinero
Pon ha hervir la canela, clavos de olor por cinco minutos luego agraga el resto de ingredientes y disfruta de este baño.
No te olvides encender las velas rojas e invocar a San Antonio para que el amor llegue a tu vida pronto y si puedes poner una imagen de el junto a las veladoras mejor.
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Este bañoes poderosisimo aparte de tener efectos sanadores y reconfortantes para tu espiritu.
Ingredientes:
Una cucharada de miel de abeja
Una taza de te de perejil
Cinco clavos de olor
Tres palitos de canela
Petalos de flores rojas
Media taza de vino tinto
Menta sea en hojas o licor
Perfume de tu agrado
Tres velas rojas para peticion de amor y verdes para pedir por dinero
Pon ha hervir la canela, clavos de olor por cinco minutos luego agraga el resto de ingredientes y disfruta de este baño.
No te olvides encender las velas rojas e invocar a San Antonio para que el amor llegue a tu vida pronto y si puedes poner una imagen de el junto a las veladoras mejor.
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martes, 10 de enero de 2012
La Cristalomancia o lectura de la bola de cristal
La Cristalomancia o lectura de la bola de cristal, es una de las modalidades de adivinación más antiguas.
Sabemos que la Cristalomancia ya existía en los primeros tiempos del cristianismo, aunque su origen data de mucho antes: posiblemente de la Cábala (la rama antigua de la sabiduría secreta que procede de la tradición mística judía). Los egipcios también hacían adivinaciones mirando en cristales y grandes piedras preciosas, y llamaban a esas maravillosas y pequeñas esferas (especialmente a los grandes cristales de roca) el "Ojo de Horus".
Ya en tiempos más modernos, el doctor Dee, famoso psíquico de la reina Isabel I, consultaba una bola de cristal para respaldar sus profecías con visiones más expresivas; y de Nostradamus se decía que usaba el cristal para confirmar, asimismo, sus predicciones y cálculos astrológicos.
Uno de los aspectos más interesantes del uso de la bola de cristal es que agudiza tanto las facultades normales, tanto visuales como auditivas; de hecho, dependiendo de cuál sea nuestro sentido más desarrollado, nos hacemos más clarividentes (capacidad de ver imágenes) o más clarioyentes (capacidad de oír mensajes).
El uso de la bola de cristal fortalece las dotes visuales lo que hace ver con mayor detalle y vivo tecnicolor todas las cosas que nos rodean. Tanto para los clarioyentes como para los clarividentes, las imágenes pueden aparecer de varias formas. Se pueden ver pequeñas representaciones de acontecimientos presentes o futuros. También se debe crear un ambiente propicio para la contemplación de la bola:
Elegir el momento más idóneo.
Es mucho mejor elegir una hora en que lector y consultante estén mentalmente tranquilos.
Prepara el entorno con miras a propiciar la meditación.
Es favorable una música que ayude a entrar en un estado contemplativo y relajado, suave y que no moleste.
Es importante conseguir el grado adecuado de iluminación: crear un ambiente lumínico especial.
Acciones reales: De pronto, uno siente que está mirando una película en miniatura; lo cual se parece mucho a una experiencia deja vu. Cuanto más grande es la experiencia en la lectura de la bola, con más frecuencia se pone en marcha una "cámara" que realmente filmará acontecimientos del pasado, presente y futuro.
La persona que solicita una lectura de bola de cristal, debe sostenerla por un momento para trasmitirle el calor de sus manos y sus energías y luego frotarla ligeramente para eliminar las huellas de los dedos. La bola de cristal debe ser de una calidad extraordinaria, pura, sin ningún tipo de fallas.
La duración de una lectura de bola de cristal es de apoximadamente dos horas.
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Sabemos que la Cristalomancia ya existía en los primeros tiempos del cristianismo, aunque su origen data de mucho antes: posiblemente de la Cábala (la rama antigua de la sabiduría secreta que procede de la tradición mística judía). Los egipcios también hacían adivinaciones mirando en cristales y grandes piedras preciosas, y llamaban a esas maravillosas y pequeñas esferas (especialmente a los grandes cristales de roca) el "Ojo de Horus".
Ya en tiempos más modernos, el doctor Dee, famoso psíquico de la reina Isabel I, consultaba una bola de cristal para respaldar sus profecías con visiones más expresivas; y de Nostradamus se decía que usaba el cristal para confirmar, asimismo, sus predicciones y cálculos astrológicos.
Uno de los aspectos más interesantes del uso de la bola de cristal es que agudiza tanto las facultades normales, tanto visuales como auditivas; de hecho, dependiendo de cuál sea nuestro sentido más desarrollado, nos hacemos más clarividentes (capacidad de ver imágenes) o más clarioyentes (capacidad de oír mensajes).
El uso de la bola de cristal fortalece las dotes visuales lo que hace ver con mayor detalle y vivo tecnicolor todas las cosas que nos rodean. Tanto para los clarioyentes como para los clarividentes, las imágenes pueden aparecer de varias formas. Se pueden ver pequeñas representaciones de acontecimientos presentes o futuros. También se debe crear un ambiente propicio para la contemplación de la bola:
Elegir el momento más idóneo.
Es mucho mejor elegir una hora en que lector y consultante estén mentalmente tranquilos.
Prepara el entorno con miras a propiciar la meditación.
Es favorable una música que ayude a entrar en un estado contemplativo y relajado, suave y que no moleste.
Es importante conseguir el grado adecuado de iluminación: crear un ambiente lumínico especial.
Acciones reales: De pronto, uno siente que está mirando una película en miniatura; lo cual se parece mucho a una experiencia deja vu. Cuanto más grande es la experiencia en la lectura de la bola, con más frecuencia se pone en marcha una "cámara" que realmente filmará acontecimientos del pasado, presente y futuro.
La persona que solicita una lectura de bola de cristal, debe sostenerla por un momento para trasmitirle el calor de sus manos y sus energías y luego frotarla ligeramente para eliminar las huellas de los dedos. La bola de cristal debe ser de una calidad extraordinaria, pura, sin ningún tipo de fallas.
La duración de una lectura de bola de cristal es de apoximadamente dos horas.
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domingo, 1 de enero de 2012
ORACION A SAN ANTONIO DE PADUA
SAN ANTONIO DE PADUA –1195-1231
PATRON DE LOS HUMILDES
"El Santo de todo el mundo" le llamó el Papa León XIII. Y no exageraba, ya que San Antonio es sin duda alguna, el Santo más popular de la Iglesia. Pero, sobre todo, es venerado por la gente humilde que sabe descubrir en él la ayuda y el ejemplo en las cosas ordinarias y sencillas.
Nació en Lisboa y le fue impuesto el nombre de Hernando o Fernando con el que se le conocerá hasta los veintiocho años cuando ingresó en la Orden Seráfica que cambiará por el de Antonio.
A los 15 años se entregó a una vida de fervor religioso y estudio concienzudo. Los Canónigos Regulares de San Agustín forjaron aquella inteligencia y modelaron aquel corazón que tanto supo amar a Dios y a las criaturas. Estudió primero en Lisboa y después pasó a la ciudad de Coimbra. Mientras estaba en esta ciudad presenció la llegada de los cuerpos de los cinco primeros mártires franciscanos muertos por su fe en Jesucristo, en Marruecos. Fernando recibió una muy fuerte intuición en su corazón a una llamada a ser Mártir como aquellos valientes religiosos.
Es el verano de 1220. Antonio tiene 25 años. Su noviciado fue breve pero bien aprovechado. Asimila las virtudes y las reglas del Padre San Francisco. En la primavera del 1221. Llega a Maruecos y una enfermedad le hace volver hacia España enseguida, pero una tormenta arrastra la embarcación hasta Sicilia y allí desembarcan. Le ordenan que reciba el sacerdocio con estas palabras: "A mi querido hermano Antonio, saluda en Cristo el hermano Francisco: Paréceme que leas a los frailes la teología, con tal de que, por el demasiado estudio, no apagues en ti ni en ellos el fervor y el espíritu de la santa oración, según en la Regla se contiene".
Mas tarde va a predicar por Italia y Francia. Durante diez años lleva el mensaje por todas partes y lo confirma con varios milagros hasta llegar a ser el mayor dramaturgo de todos los tiempos.
Hablaba a los hombres, a los pájaros y a los peces. Estos le obedecían y cantaban las glorias del Creador. Mereció ser canonizado al año de su muerte y es conocido como "El Doctor evangélico". "El Santo de los milagros". "El Arca del Testamento". "El Santo de todo el mundo".
El 13 de junio de 1231, con las palabras "Ya veo a Dios", volvía a l cielo.
ORACION
¡OH ADMIRABLE Y ESCLARECIDO PROTECTOR MÍO,
SAN ANTONIO DE PADUA!
SIEMPRE HE TENIDO GRANDÍSIMA CONFIANZA
EN QUE ME HABÉIS DE AYUDAR EN TODAS MIS NECESIDADES,
ROGANDO POR MI AL SEÑOR A QUIEN SERVISTEIS,
A LA VIRGEN SANTÍSIMA A QUIEN AMASTEIS Y
AL DIVINO NIÑO JESÚS QUE TANTOS FAVORES OS HIZO.
ROGADLES POR MÍ,
PARA QUE POR VUESTRA PODEROSA INTERCESIÓN
ME CONCEDAN LO QUE PIDO.
¡OH GLORIOSO SAN ANTONIO!
PUES LAS COSAS PERDIDAS SON HALLADAS
POR VUESTRA MEDIACIÓN Y OBRÁIS TANTOS PRODIGIOS
CON VUESTROS DEVOTOS.
YO OS RUEGO Y SUPLICO ME ALCANCÉIS
DE LA DIVINA MAJESTAD EL RECOBRAR LA GRACIA
QUE HE PERDIDO POR MIS PECADOS,
Y EL FAVOR QUE AHORA DESEO Y PIDO,
SIENDO PARA GLORIA DE DIOS Y
BIEN DE MI ALMA.
AMÉN.
PARA HACER UNA PETICION
¡OH GLORIOSO SAN ANTONIO!
A QUIEN DIOS HA ELEGIDO COMO INTERCESOR NUESTRO
EN LOS APUROS Y PÉRDIDAS DE LA VIDA MATERIAL,
Y COMO PROTECTOR DE LOS POBRES ANTE LOS RICOS.
PROTÉGENOS CON TU FAVOR EN TODAS LAS NECESIDADES Y
ENREDOS DE NUESTRA VIDA,
DANOS SINCERO AMOR DE LOS POBRES,
MUCHA CONFIANZA EN DIOS Y ALTO APRECIO DE LA VIDA ETERNA,
A LA CUAL SE ORDENA TODA LA VIDA TEMPORAL.
ESPECIALMENTE SUPLICAMOS TU INTERCESIÓN EN ESTE FAVOR QUE TE PEDIMOS.
(MENCIONAMOS AQUÍ LA PETICIÓN)
GRACIAS YO SE QUE ME AYUDARAS.
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PATRON DE LOS HUMILDES
"El Santo de todo el mundo" le llamó el Papa León XIII. Y no exageraba, ya que San Antonio es sin duda alguna, el Santo más popular de la Iglesia. Pero, sobre todo, es venerado por la gente humilde que sabe descubrir en él la ayuda y el ejemplo en las cosas ordinarias y sencillas.
Nació en Lisboa y le fue impuesto el nombre de Hernando o Fernando con el que se le conocerá hasta los veintiocho años cuando ingresó en la Orden Seráfica que cambiará por el de Antonio.
A los 15 años se entregó a una vida de fervor religioso y estudio concienzudo. Los Canónigos Regulares de San Agustín forjaron aquella inteligencia y modelaron aquel corazón que tanto supo amar a Dios y a las criaturas. Estudió primero en Lisboa y después pasó a la ciudad de Coimbra. Mientras estaba en esta ciudad presenció la llegada de los cuerpos de los cinco primeros mártires franciscanos muertos por su fe en Jesucristo, en Marruecos. Fernando recibió una muy fuerte intuición en su corazón a una llamada a ser Mártir como aquellos valientes religiosos.
Es el verano de 1220. Antonio tiene 25 años. Su noviciado fue breve pero bien aprovechado. Asimila las virtudes y las reglas del Padre San Francisco. En la primavera del 1221. Llega a Maruecos y una enfermedad le hace volver hacia España enseguida, pero una tormenta arrastra la embarcación hasta Sicilia y allí desembarcan. Le ordenan que reciba el sacerdocio con estas palabras: "A mi querido hermano Antonio, saluda en Cristo el hermano Francisco: Paréceme que leas a los frailes la teología, con tal de que, por el demasiado estudio, no apagues en ti ni en ellos el fervor y el espíritu de la santa oración, según en la Regla se contiene".
Mas tarde va a predicar por Italia y Francia. Durante diez años lleva el mensaje por todas partes y lo confirma con varios milagros hasta llegar a ser el mayor dramaturgo de todos los tiempos.
Hablaba a los hombres, a los pájaros y a los peces. Estos le obedecían y cantaban las glorias del Creador. Mereció ser canonizado al año de su muerte y es conocido como "El Doctor evangélico". "El Santo de los milagros". "El Arca del Testamento". "El Santo de todo el mundo".
El 13 de junio de 1231, con las palabras "Ya veo a Dios", volvía a l cielo.
ORACION
¡OH ADMIRABLE Y ESCLARECIDO PROTECTOR MÍO,
SAN ANTONIO DE PADUA!
SIEMPRE HE TENIDO GRANDÍSIMA CONFIANZA
EN QUE ME HABÉIS DE AYUDAR EN TODAS MIS NECESIDADES,
ROGANDO POR MI AL SEÑOR A QUIEN SERVISTEIS,
A LA VIRGEN SANTÍSIMA A QUIEN AMASTEIS Y
AL DIVINO NIÑO JESÚS QUE TANTOS FAVORES OS HIZO.
ROGADLES POR MÍ,
PARA QUE POR VUESTRA PODEROSA INTERCESIÓN
ME CONCEDAN LO QUE PIDO.
¡OH GLORIOSO SAN ANTONIO!
PUES LAS COSAS PERDIDAS SON HALLADAS
POR VUESTRA MEDIACIÓN Y OBRÁIS TANTOS PRODIGIOS
CON VUESTROS DEVOTOS.
YO OS RUEGO Y SUPLICO ME ALCANCÉIS
DE LA DIVINA MAJESTAD EL RECOBRAR LA GRACIA
QUE HE PERDIDO POR MIS PECADOS,
Y EL FAVOR QUE AHORA DESEO Y PIDO,
SIENDO PARA GLORIA DE DIOS Y
BIEN DE MI ALMA.
AMÉN.
PARA HACER UNA PETICION
¡OH GLORIOSO SAN ANTONIO!
A QUIEN DIOS HA ELEGIDO COMO INTERCESOR NUESTRO
EN LOS APUROS Y PÉRDIDAS DE LA VIDA MATERIAL,
Y COMO PROTECTOR DE LOS POBRES ANTE LOS RICOS.
PROTÉGENOS CON TU FAVOR EN TODAS LAS NECESIDADES Y
ENREDOS DE NUESTRA VIDA,
DANOS SINCERO AMOR DE LOS POBRES,
MUCHA CONFIANZA EN DIOS Y ALTO APRECIO DE LA VIDA ETERNA,
A LA CUAL SE ORDENA TODA LA VIDA TEMPORAL.
ESPECIALMENTE SUPLICAMOS TU INTERCESIÓN EN ESTE FAVOR QUE TE PEDIMOS.
(MENCIONAMOS AQUÍ LA PETICIÓN)
GRACIAS YO SE QUE ME AYUDARAS.
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ORACION A SAN ANTONIO DE PADUA
jueves, 15 de diciembre de 2011
ORACION PARA FIN DE AÑO
Señor, Dios
Dueño del tiempo y de la eternidad.
Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias,
por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año.
El trabajo que pude realizar,
las cosas que pasaron por mis manos,
y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos
meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí,
y los que están más lejos, los que me dieron su mano,
y aquellos a los que pude ayudar.
Con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y
la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón.
Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal
gastado.
Por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal
hecho.
Y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración, que poco a poco,
fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente.
Te pido perdón.
Pronto iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida,
ante el nuevo calendario aún sin estrenar.
Te presento estos días, que sólo TU sabes, si llegaré
a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos, la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad.
Llevando a todas partes, un corazón lleno de
comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos, a toda falsedad.
Y mis labios, a palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno.
Que mi espíritu, se llene sólo de bendiciones,
y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría,
para que cuantos conviven conmigo,
o los que se acerquen a mí, encuentren en mi vida,
un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.
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Dueño del tiempo y de la eternidad.
Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias,
por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año.
El trabajo que pude realizar,
las cosas que pasaron por mis manos,
y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos
meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí,
y los que están más lejos, los que me dieron su mano,
y aquellos a los que pude ayudar.
Con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y
la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón.
Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal
gastado.
Por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal
hecho.
Y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración, que poco a poco,
fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente.
Te pido perdón.
Pronto iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida,
ante el nuevo calendario aún sin estrenar.
Te presento estos días, que sólo TU sabes, si llegaré
a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos, la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad.
Llevando a todas partes, un corazón lleno de
comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos, a toda falsedad.
Y mis labios, a palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno.
Que mi espíritu, se llene sólo de bendiciones,
y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría,
para que cuantos conviven conmigo,
o los que se acerquen a mí, encuentren en mi vida,
un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.
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ORACION PARA FIN DE AÑO
domingo, 27 de noviembre de 2011
El árbol de navidad
Las luces en las calles, los Belenes, los regalos y el ambiente familiar son algunas de las escenas más comunes del ambiente navideño. Pero, sin duda, una de las imágenes que antes se vienen a la mente cuando se piensa en estas fechas es el tradicional árbol de Navidad, una costumbre cada vez más arraigada y que ha ido sustituyendo a otras, como la de montar el Nacimiento. A pesar de que la decoración del abeto navideño en una costrumbre de raíces germanas, lo cierto es que quien ha exportado esta forma de adorno ha sido la cultura norteamericana.
Actualmente, en la mayoría de las casas se coloca un abeto decorado con elementos que cuelgan y con luces. Hay que señalar que en muchos hogares se ha implantado el árbol artificial, ya que el mayor problema de esta tradición consiste en qué hacer con él después de las fiestas, problema que durante años ha provocado que gran cantidad de abetos se hayan terminado secando y muriendo.
Tradición histórica.- Numerosos estudios han situado las raíces del árbol de Navidad en la época de los romanos, pero lo cierto, aunque parezca mentira, es que hay que remontarlo a épocas muy anteriores. Así, eran los antiguos egipcios quienes celebraban los fines de año con una ceremonia en la que era común llevar una penca de palma de doce hojas, una por cada mes del año. Con todas ellas se realizaba una pirámide y se quemaba en honor al dios Tor.
No obstante, el árbol de Navidad como hoy lo conocemos tiene su nacimiento en Alemania, en la primera mitad del siglo VIII, cuando mientras San Bonifacio, un misionero británico, se encontraba predicando un sermón para convencer a los druidas alemanes de que el roble no era sagrado, en el día de Navidad derribó uno de ellos. El roble cayó destrozando todos los arbustos y árboles más pequeños que encontró a su paso, de los que consiguió salvarse un pequeño abeto. San Bonifacio, representó esto como un milagro y le llamó 'el árbol del Niño Dios'. Así, en las sucesivas Navidades los cristianos celebraban la festividad plantando abetos y, posteriormente, esta costumbre evolucionó hasta dar lugar a la actual decoración. En España, ha tardado en arraigarse y no ha sido hasta mediados del siglo XX cuando se ha popularizado.
La colocación en el hogar de un pequeño pino o abeto es uno de los actos más significativos de la Navidad en nuestros días. Sin embargo, no es suficiente la presencia del árbol, sino que es necesario que éste se encuentre decorado con diversos adornos, entre los que se encuentran las esferas de cristal, las figuras diversas que se cuelgan o el popular espumillón, es decir, bandas alargadas brillantes. No obstante, si se quiere decorar de forma perfecta el abeto es necesario incluir iluminación, que le proporciona un aspecto más espléndido y navideño.
De cualquier forma, se pueden citar una serie de elementos que forman parte de una simbología cristiana y que se hacen presentes en el abeto, como la estrella que se coloca en la copa de éste y representa el astro que siguieron los tres Reyes Magos y que les guió hasta Belén. Este elemento puede ser sustituido por un angelito, que podría venir a interpretar la paz que se vive en estas fechas, o el Arcángel, que comunicó a la Virgen su estado de buena esperanza.
El resto de los elementos también tienen su significado o constituyen la evolución de otros elementos simbólicos. De hecho, antes de colocarse luces eléctricas la iluminación provenía de velas que simbolizaban purificación y la idea de que Cristo es la luz que guía al mundo. Por su parte, las herraduras son otro elemento habitual en esta decoración y constituyen un antiguo amuleto de buena suerte. Tampoco se pueden olvidar las manzanas o bolas de colores, como una forma de atraer la abundancia para la época venidera y que aparecieron en Bohemia en el siglo XVIII, o las campanillas, que son muestra de la alegría de estas fechas.
Cómo decorarlo.- El árbol de Navidad tradicional por excelencia debe ser siempre un pino o abeto, preferentemente de forma cónica, que se debe presentar en una gran maceta, plantado en tierra fina. Una vez encontrada la mejor ubicación en el hogar ya se puede proceder a colocar todos los adornos necesarios, desde las esferas de color, hasta la iluminación pasando por el espumillón y los adornos de la copa. Asimismo, es importante recordar que en los pies del árbol se deben situar los paquetes o regalos que simbolizan la llegada de los Reyes Magos con sus presentes, igual que ocurrió en el portal de Belén. No obstante, es frecuente esperar a la noche de Reyes para colocar directamente los verdaderos regalos. Últimamente, es muy frecuente, sobre todo en lugares públicos, la decoración clásica que consiste en intentar mantener una misma escala cromática en todo el árbol. Los tonos más adecuados son los dorados y plateados.
Finalmente, hay que subrayar la posibilidad de adquirir un árbol sintético, plegable, que ocupa poco espacio en el hogar y que se puede utilizar varios años consecutivos. Esta tendencia se ha generalizado, ya que la mayoría de las familias actuales no disponen de un jardín en el que plantar el abeto tras las fiestas, por lo que muchos de ellos se hechan a perder. Además, los abetos sintéticos ofrecen la posibilidad de presentar diferentes colores con el fin de escoger aquel que cumpla mejor el objetivo del resto de la decoración. No obstante, son muchos los hogares que aún prefieren conservar la costumbre del tradicional abeto navideño.
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Actualmente, en la mayoría de las casas se coloca un abeto decorado con elementos que cuelgan y con luces. Hay que señalar que en muchos hogares se ha implantado el árbol artificial, ya que el mayor problema de esta tradición consiste en qué hacer con él después de las fiestas, problema que durante años ha provocado que gran cantidad de abetos se hayan terminado secando y muriendo.
Tradición histórica.- Numerosos estudios han situado las raíces del árbol de Navidad en la época de los romanos, pero lo cierto, aunque parezca mentira, es que hay que remontarlo a épocas muy anteriores. Así, eran los antiguos egipcios quienes celebraban los fines de año con una ceremonia en la que era común llevar una penca de palma de doce hojas, una por cada mes del año. Con todas ellas se realizaba una pirámide y se quemaba en honor al dios Tor.
No obstante, el árbol de Navidad como hoy lo conocemos tiene su nacimiento en Alemania, en la primera mitad del siglo VIII, cuando mientras San Bonifacio, un misionero británico, se encontraba predicando un sermón para convencer a los druidas alemanes de que el roble no era sagrado, en el día de Navidad derribó uno de ellos. El roble cayó destrozando todos los arbustos y árboles más pequeños que encontró a su paso, de los que consiguió salvarse un pequeño abeto. San Bonifacio, representó esto como un milagro y le llamó 'el árbol del Niño Dios'. Así, en las sucesivas Navidades los cristianos celebraban la festividad plantando abetos y, posteriormente, esta costumbre evolucionó hasta dar lugar a la actual decoración. En España, ha tardado en arraigarse y no ha sido hasta mediados del siglo XX cuando se ha popularizado.
La colocación en el hogar de un pequeño pino o abeto es uno de los actos más significativos de la Navidad en nuestros días. Sin embargo, no es suficiente la presencia del árbol, sino que es necesario que éste se encuentre decorado con diversos adornos, entre los que se encuentran las esferas de cristal, las figuras diversas que se cuelgan o el popular espumillón, es decir, bandas alargadas brillantes. No obstante, si se quiere decorar de forma perfecta el abeto es necesario incluir iluminación, que le proporciona un aspecto más espléndido y navideño.
De cualquier forma, se pueden citar una serie de elementos que forman parte de una simbología cristiana y que se hacen presentes en el abeto, como la estrella que se coloca en la copa de éste y representa el astro que siguieron los tres Reyes Magos y que les guió hasta Belén. Este elemento puede ser sustituido por un angelito, que podría venir a interpretar la paz que se vive en estas fechas, o el Arcángel, que comunicó a la Virgen su estado de buena esperanza.
El resto de los elementos también tienen su significado o constituyen la evolución de otros elementos simbólicos. De hecho, antes de colocarse luces eléctricas la iluminación provenía de velas que simbolizaban purificación y la idea de que Cristo es la luz que guía al mundo. Por su parte, las herraduras son otro elemento habitual en esta decoración y constituyen un antiguo amuleto de buena suerte. Tampoco se pueden olvidar las manzanas o bolas de colores, como una forma de atraer la abundancia para la época venidera y que aparecieron en Bohemia en el siglo XVIII, o las campanillas, que son muestra de la alegría de estas fechas.
Cómo decorarlo.- El árbol de Navidad tradicional por excelencia debe ser siempre un pino o abeto, preferentemente de forma cónica, que se debe presentar en una gran maceta, plantado en tierra fina. Una vez encontrada la mejor ubicación en el hogar ya se puede proceder a colocar todos los adornos necesarios, desde las esferas de color, hasta la iluminación pasando por el espumillón y los adornos de la copa. Asimismo, es importante recordar que en los pies del árbol se deben situar los paquetes o regalos que simbolizan la llegada de los Reyes Magos con sus presentes, igual que ocurrió en el portal de Belén. No obstante, es frecuente esperar a la noche de Reyes para colocar directamente los verdaderos regalos. Últimamente, es muy frecuente, sobre todo en lugares públicos, la decoración clásica que consiste en intentar mantener una misma escala cromática en todo el árbol. Los tonos más adecuados son los dorados y plateados.
Finalmente, hay que subrayar la posibilidad de adquirir un árbol sintético, plegable, que ocupa poco espacio en el hogar y que se puede utilizar varios años consecutivos. Esta tendencia se ha generalizado, ya que la mayoría de las familias actuales no disponen de un jardín en el que plantar el abeto tras las fiestas, por lo que muchos de ellos se hechan a perder. Además, los abetos sintéticos ofrecen la posibilidad de presentar diferentes colores con el fin de escoger aquel que cumpla mejor el objetivo del resto de la decoración. No obstante, son muchos los hogares que aún prefieren conservar la costumbre del tradicional abeto navideño.
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El árbol de navidad
miércoles, 9 de noviembre de 2011
EL SAGRADO CORAZÓN Y LA LEYENDA DEL SANTO GRIAL
En uno de sus últimos artículos (“Regnabit”, junio de 1925) (2), L. Charbonneau-Lassay señala con mucha razón, como vinculada a lo que podría llamarse la "prehistoria del Corazón eucarístico de Jesús" la leyenda del Santo Grial, escrita en el siglo XII, pero muy anterior por sus orígenes puesto que es en realidad una adaptación cristiana de muy antiguas tradiciones célticas. La idea de esta vinculación ya se nos había ocurrido con motivo del articulo anterior, extremadamente interesante desde el punto de vista en que nos colocamos, intitulado "Le Coeur humain et la notion du Coeur de Dieu dans la religion de l'ancienne Égypte" (noviembre de 1924) (2), del cual recordaremos el siguiente pasaje: "En los jeroglíficos, escritura sagrada donde a menudo la imagen de la cosa representa la palabra misma que la designa, el corazón no fue, empero, figurado sino por un emblema: el vaso. El corazón del hombre, ¿no es, en efecto, el vaso en que su vida se elabora continuamente con su sangre?" Este vaso, tomado como símbolo del corazón y sustituto de éste en la ideografía egipcia, nos había hecho pensar inmediatamente en el Santo Grial, tanto más cuanto que en este último, aparte del sentido general del símbolo (considerado, por lo demás, a la vez en sus dos aspectos, divino y humano), vemos una relación especial y mucho más directa con el Corazón mismo de Cristo.
En efecto, el Santo Grial es la copa que contiene la preciosa Sangre de Cristo, y que la contiene inclusive dos veces, ya que sirvió primero para la Cena y después José de Arimatea recogió en él la sangre y el agua que manaban de la herida abierta por la lanza del centurión en el costado del Redentor. Esa copa sustituye, pues, en cierto modo, al Corazón de Cristo como receptáculo de su sangre, toma, por así decirlo, el lugar de aquél y se convierte en un como equivalente simbólico: ¿y no es más notable aún, en tales condiciones, que el vaso haya sido ya antiguamente un emblema del corazón? Por otra parte, la copa, en una u otra forma, desempeña, al igual que el corazón mismo, un papel muy importante en muchas tradiciones antiguas; y sin duda era así particularmente entre los celtas, puesto que de éstos procede lo que constituyó el fondo mismo o por lo menos la trama de la leyenda del Santo Grial. Es lamentable que no pueda apenas saberse con precisión cuál era la forma de esta tradición con anterioridad al Cristianismo, lo que, por lo demás, ocurre con todo lo que concierne a las doctrinas célticas, para las cuales la enseñanza oral fue siempre el único modo de transmisión utilizado; pero hay, por otra parte, concordancia suficiente para poder al menos estar seguros sobre el sentido de los principales símbolos que figuraban en ella, y esto es, en suma, lo más esencial.
Pero volvamos a la leyenda en la forma en que nos ha llegado; lo que dice sobre el origen mismo del Grial es muy digno de atención: esa copa habría sido tallada por los ángeles en una esmeralda desprendida de la frente de Lucifer en el momento de su caída. Esta esmeralda recuerda de modo notable la urnâ, perla frontal que, en la iconografía hindú, ocupa a menudo el lugar del tercer ojo de Shiva, representando lo que puede llamarse el "sentido de la eternidad". Esta relación nos parece más adecuada que cualquier otra para esclarecer perfectamente el simbolismo del Grial; y hasta puede captarse en ello una vinculación más con el corazón, que, para la tradición hindú como para muchas otras, pero quizá todavía más claramente, es el centro del ser integral, y al cual, por consiguiente, ese "sentido de la eternidad" debe ser directamente vinculado.
Se dice luego que el Grial fue confiado a Adán en el Paraíso terrestre, pero que, a raíz de su caída, Adán lo perdió a su vez, pues no pudo llevarlo consigo cuando fue expulsado del Edén; y esto también se hace bien claro con el sentido que acabamos de indicar. El hombre, apartado de su centro original por su propia culpa, se encontraba en adelante encerrado en la esfera temporal; no podía ya recobrar el punto único desde el cual todas las cosas se contemplan bajo el aspecto de la eternidad. El Paraíso terrestre, en efecto, era verdaderamente el "Centro del Mundo" asimilado simbólicamente en todas partes al Corazón divino; ¿y no cabe decir que Adán, en tanto estuvo en el Edén, vivía verdaderamente en el Corazón de Dios?.
Lo que sigue es más enigmático: Set logró entrar en el Paraíso terrestre y pudo así recuperar el precioso vaso; ahora bien: Set es una de las figuras del Redentor, tanto más cuanto que su nombre mismo expresa las ideas de fundamento y estabilidad, y anuncia de algún modo la restauración del orden primordial destruido por la caída del hombre. Había, pues, desde entonces, por lo menos una restauración parcial, en el sentido de que Set y los que después de él poseyeron el Grial podían por eso mismo establecer, en algún lugar de la tierra, un centro espiritual que era como una imagen del Paraíso perdido. La leyenda, por otra parte, no dice dónde ni por quién fue conservado el Grial hasta la época de Cristo, ni cómo se aseguró su transmisión; pero el origen céltico que se le reconoce debe probablemente dejar comprender que los Druidas tuvieron una parte de ello y deben contarse entre los conservadores regulares de la tradición primordial. En todo caso, la existencia de tal centro espiritual, o inclusive de varios, simultánea o sucesivamente, no parece poder ponerse en duda, como quiera haya de pensarse acerca de su localización; lo que debe notarse es que se adjudicó en todas partes y siempre a esos centros, entre otras designaciones, la de "Corazón del Mundo", y que, en todas las tradiciones, las descripciones referidas a él se basan en un simbolismo idéntico, que es posible seguir hasta en los más precisos detalles. ¿No muestra esto suficientemente que el Grial, o lo que está así representado, tenía ya, con anterioridad al Cristianismo, y aun a todo tiempo, un vínculo de los más estrechos con el Corazón divino y con el Emmanuel, queremos decir, con la manifestación, virtual o real según las edades, pero siempre presente, del Verbo eterno en el seno de la humanidad terrestre?.
Después de la muerte de Cristo, el Santo Graal, según la leyenda, fue llevado a Gran Bretaña por José de Arimatea y Nicodemo; comienza entonces a desarrollarse la historia de los Caballeros de la Tabla Redonda y sus hazañas, que no es nuestra intención seguir aquí. La Tabla (o Mesa) Redonda estaba destinada a recibir al Grial cuando uno de sus caballeros lograra conquistarlo y transportarlo de Gran Bretaña a Armórica; y esa Tabla (o Mesa) es también un símbolo verosímilmente muy antiguo, uno de aquellos que fueron asociados a la idea de esos centros espirituales a que acabamos de aludir. La forma circular de la mesa está, además, vinculada con el "ciclo zodiacal" (otro símbolo que merecería estudiarse más especialmente) por la presencia en torno de ella de doce personajes principales, particularidad que se encuentra en la constitución de todos los centros de que se trata. Siendo así, ¿no puede verse en el número de los doce Apóstoles una señal, entre multitud de otras, de la perfecta conformidad del Cristianismo con la tradición primordial, a la cual el nombre de "precristianismo" convendría tan exactamente? Y, por otra parte, a propósito de la Tabla Redonda, hemos destacado una extraña concordancia en las revelaciones simbólicas hechas a Marie des Vallées (véase “Regnabit, noviembre de 1924) (3), donde se menciona "una mesa redonda de jaspe, que representa el Corazón de Nuestro Señor", a la vez que se habla de "un jardín que es el Santo Sacramento del altar" y que, con sus "cuatro fuentes de agua viva", se identifica misteriosamente con el Paraíso terrestre; ¿no hay aquí otra confirmación, harto sorprendente e inesperada, de las relaciones que señalábamos antes?.
Naturalmente, estas notas demasiado rápidas no podrían pretender constituirse en un estudio completo acerca de cuestión tan poco conocida; debemos limitarnos por el momento a ofrecer simples indicaciones, y nos damos clara cuenta de que hay en ellas consideraciones que, al principio, son susceptibles de sorprender un tanto a quienes no están familiarizados con las tradiciones antiguas y sus modos habituales de expresión simbólica; pero nos reservamos el desarrollarlas y justificarlas con más amplitud posteriormente, en artículos en que pensamos poder encarar además muchos otros puntos no menos dignos de interés.
Entre tanto, mencionaremos aún, en lo que concierne a la leyenda del Santo Graal, una extraña complicación que hasta ahora no hemos tomado en cuenta: por una de esas asimilaciones verbales que a menudo desempeñan en el simbolismo un papel no desdeñable, y que por otra parte tienen quizá razones más profundas de lo que se imaginaría a primera vista, el Graal es a la vez un vaso (grasale) y un libro (gradale o graduale). En ciertas versiones, ambos sentidos se encuentran incluso estrechamente vinculados, pues el libro viene a ser entonces una inscripción trazada por Cristo o por un ángel en la copa misma. No nos proponemos actualmente extraer de ello ninguna conclusión, bien que sea fácil establecer relaciones con el "Libro de Vida" y ciertos elementos del simbolismo apocalíptico.
Agreguemos también que la leyenda asocia al Graal otros objetos, especialmente una lanza, la cual, en la adaptación cristiana, no es sino la lanza del centurión Longino; pero lo más curioso es la preexistencia de esa lanza o de alguno de sus equivalentes como símbolo en cierto modo complementario de la copa en las tradiciones antiguas. Por otra parte, entre los griegos, se consideraba que la lanza de Aquiles curaba las heridas por ella causadas; la leyenda medieval atribuye precisamente la misma virtud a la lanza de la Pasión. Y esto nos recuerda otra similitud del mismo género: en el mito de Adonis (cuyo nombre, por lo demás, significa "el Señor''), cuando el héroe es mortalmente herido por el colmillo de un jabalí (colmillo que sustituye aquí a la lanza), su sangre, vertiéndose en tierra, da nacimiento a una flor; pues bien: L. Charbonneau ha señalado en “Regnabit” (enero de 1925), "un hierro para hostias, del siglo XII, donde se ve la sangre de las llagas del Crucificado caer en gotitas que se transforman en rosas, y el vitral del siglo XIII de la catedral de Angers, donde la sangre divina, fluyendo en arroyuelos, se expande también en forma de rosas". Volveremos enseguida sobre el simbolismo floral, encarado en un aspecto algo diferente; pero, cualquiera sea la multiplicidad de sentidos que todos los símbolos presentan, todo ello se completa y armoniza perfectamente, y tal multiplicidad, lejos de ser un inconveniente o un defecto, es al contrario, para quien sabe comprenderla, una de las ventajas principales de un lenguaje mucho menos estrechamente limitado que el lenguaje ordinario.
Para terminar estas notas, indicaremos algunos símbolos que en diversas tradiciones sustituyen a veces al de la copa y que le son idénticos en el fondo: esto no es salirnos del tema, pues, el mismo Grial, como puede fácilmente advertirse por todo lo que acabamos de decir, no tiene en el origen otra significación que la que tiene en general el vaso sagrado donde quiera se lo encuentra, y en particular, en Oriente, la copa sacrificial que contiene el soma védico (o el haoma mazdeo), esa extraordinaria "prefiguración eucarística sobre 'la cual volveremos quizá en otra ocasión. Lo que el soma figura propiamente es el "elixir de inmortalidad" (el amritâ de los hindúes, la ambrosía de los griegos, palabras ambas etimológicamente semejantes), el cual confiere y restituye a quienes lo reciben con las disposiciones requeridas ese "sentido de la eternidad" de que hemos hablado anteriormente.
Uno de los símbolos a que queremos referirnos es el triángulo con el vértice hacia abajo; es como una suerte de representación esquemática de la copa sacrificial, y con tal valor se encuentra en ciertos yantra o símbolos geométricos de la India. Por otra parte, es particularmente notable desde nuestro punto de vista que la misma figura sea igualmente un símbolo del corazón, cuya forma reproduce simplificándola: el "triángulo del corazón" es expresión corriente en las tradiciones orientales. Esto nos conduce a una observación tampoco desprovista de interés: que la figuración del corazón inscrito en un triángulo así dispuesto no tiene en sí nada de ilegítimo, ya se trate del corazón humano o del Corazón divino, y que, inclusive, resulta harto significativa cuando se la refiere a los emblemas utilizados por cierto hermetismo cristiano medieval, cuyas intenciones fueron siempre plenamente ortodoxas. Si a veces se ha querido, en los tiempos modernos, atribuir a tal representación un sentido blasfemo (véase “Regnabit”, agosto-septiembre de 1924), es porque, conscientemente o no, se ha alterado la significación primera de los símbolos hasta invertir su valor normal; se trata de un fenómeno del cual podrían citarse muchos ejemplos y que por lo demás encuentra su explicación en el hecho de que ciertos símbolos son efectivamente susceptibles de doble interpretación, y tienen como dos faces opuestas. La serpiente, por ejemplo, y también el león, ¿no significan a la vez, según los casos, Cristo y Satán? No podemos entrar a exponer aquí, a ese respecto, una teoría general, que nos llevaría demasiado lejos; pero se comprenderá que hay en ello algo que hace muy delicado al manejo de los símbolos y también que este punto requiere especialísima atención cuando se trata de descubrir el sentido real de ciertos emblemas y traducirlo correctamente.
Otro símbolo que con frecuencia equivale al de la copa es un símbolo floral: la flor, en efecto, ¿no evoca por su forma la idea de un "receptáculo", y no se habla del "cáliz" de una flor? En Oriente, la flor simbólica por excelencia es el loto; en Occidente, la rosa desempeña lo más a menudo ese mismo papel. Por supuesto, no queremos decir que sea ésa la única significación de esta última, ni tampoco la del loto, puesto que, al contrario, nosotros mismos habíamos antes indicado otra; pero nos inclinaríamos a verla en el diseño bordado sobre ese canon de altar de la abadía de Fontevrault (“Regnabit”, enero de 1925, figura página 106), donde la rosa está situada al pie de una lanza a lo largo de la cual llueven gotas de sangre. Esta rosa aparece allí asociada a la lanza exactamente como la copa lo está en otras partes, y parece en efecto recoger las gotas de sangre más bien que provenir de la transformación de una de ellas; pero, por lo demás, las dos significaciones se complementan más bien que se oponen, pues esas gotas, al caer sobre la rosa, la vivifican y la hacen abrir. Es la "rosa celeste", según la figura tan frecuentemente empleada en relación con la idea de la Redención, o con las ideas conexas de regeneración y, de resurrección; pero esto exigiría aún largas explicaciones, aun cuando nos limitáramos a destacar la concordancia de las diversas tradiciones con respecto a este otro símbolo.
Por otra parte, ya que se ha hablado de la Rosa-Cruz con motivo del sello de Lutero (enero de 1925) (4), diremos que este emblema hermético fue al comienzo específicamente cristiano, cualesquiera fueren las falsas interpretaciones más o menos "naturalistas" que le han sido dadas desde el siglo XVIII; y ¿no es notable que en ella la rosa ocupe, en el centro de la cruz, el lugar mismo del Sagrado Corazón? Aparte de las representaciones en que las cinco llagas del Crucificado se figuran por otras tantas rosas, la rosa central, cuando está sola, puede muy bien identificarse con el Corazón mismo, con el vaso que contiene la sangre, que es el centro de la vida y también el centro del ser total.
Hay aún por lo menos otro equivalente simbólico de la copa: la media luna; pero ésta, para ser explicada convenientemente, exigiría desarrollos que estarían enteramente fuera del tema del presente estudio; no lo mencionamos, pues, sino para no descuidar enteramente ningún aspecto de la cuestión.
De todas las relaciones que acabamos de señalar, extraeremos ya una consecuencia que esperamos poder hacer aún más manifiesta ulteriormente: cuando por todas partes se encuentran tales concordancias, ¿no es ello algo más que un simple indicio de la existencia de una tradición primordial? Y ¿cómo explicar que, con la mayor frecuencia, aquellos mismos que se creen obligados a admitir en principio esa tradición primordial no piensen más en ella y razonen de hecho exactamente como si no hubiera jamás existido, o por lo menos como si nada se hubiese conservado en el curso de los siglos? Si se detiene uno a reflexionar sobre lo que hay de anormal en tal actitud, estará quizá menos dispuesto a asombrarse de ciertas consideraciones que, en verdad, no parecen extrañas sino en virtud de los hábitos mentales propios de nuestra época. Por otra parte, basta indagar un poco, a condición de hacerlo sin prejuicio, para descubrir por todas partes las marcas de esa unidad doctrinal esencial, la conciencia de la cual ha podido a veces oscurecerse en la humanidad, pero que nunca ha desaparecido enteramente; y, a medida que se avanza en esa investigación, los puntos de comparación se multiplican corno de por sí, y a cada instante aparecen más pruebas; por cierto, el Quaerite et invenietis del Evangelio no es palabra vana.
En efecto, el Santo Grial es la copa que contiene la preciosa Sangre de Cristo, y que la contiene inclusive dos veces, ya que sirvió primero para la Cena y después José de Arimatea recogió en él la sangre y el agua que manaban de la herida abierta por la lanza del centurión en el costado del Redentor. Esa copa sustituye, pues, en cierto modo, al Corazón de Cristo como receptáculo de su sangre, toma, por así decirlo, el lugar de aquél y se convierte en un como equivalente simbólico: ¿y no es más notable aún, en tales condiciones, que el vaso haya sido ya antiguamente un emblema del corazón? Por otra parte, la copa, en una u otra forma, desempeña, al igual que el corazón mismo, un papel muy importante en muchas tradiciones antiguas; y sin duda era así particularmente entre los celtas, puesto que de éstos procede lo que constituyó el fondo mismo o por lo menos la trama de la leyenda del Santo Grial. Es lamentable que no pueda apenas saberse con precisión cuál era la forma de esta tradición con anterioridad al Cristianismo, lo que, por lo demás, ocurre con todo lo que concierne a las doctrinas célticas, para las cuales la enseñanza oral fue siempre el único modo de transmisión utilizado; pero hay, por otra parte, concordancia suficiente para poder al menos estar seguros sobre el sentido de los principales símbolos que figuraban en ella, y esto es, en suma, lo más esencial.
Pero volvamos a la leyenda en la forma en que nos ha llegado; lo que dice sobre el origen mismo del Grial es muy digno de atención: esa copa habría sido tallada por los ángeles en una esmeralda desprendida de la frente de Lucifer en el momento de su caída. Esta esmeralda recuerda de modo notable la urnâ, perla frontal que, en la iconografía hindú, ocupa a menudo el lugar del tercer ojo de Shiva, representando lo que puede llamarse el "sentido de la eternidad". Esta relación nos parece más adecuada que cualquier otra para esclarecer perfectamente el simbolismo del Grial; y hasta puede captarse en ello una vinculación más con el corazón, que, para la tradición hindú como para muchas otras, pero quizá todavía más claramente, es el centro del ser integral, y al cual, por consiguiente, ese "sentido de la eternidad" debe ser directamente vinculado.
Se dice luego que el Grial fue confiado a Adán en el Paraíso terrestre, pero que, a raíz de su caída, Adán lo perdió a su vez, pues no pudo llevarlo consigo cuando fue expulsado del Edén; y esto también se hace bien claro con el sentido que acabamos de indicar. El hombre, apartado de su centro original por su propia culpa, se encontraba en adelante encerrado en la esfera temporal; no podía ya recobrar el punto único desde el cual todas las cosas se contemplan bajo el aspecto de la eternidad. El Paraíso terrestre, en efecto, era verdaderamente el "Centro del Mundo" asimilado simbólicamente en todas partes al Corazón divino; ¿y no cabe decir que Adán, en tanto estuvo en el Edén, vivía verdaderamente en el Corazón de Dios?.
Lo que sigue es más enigmático: Set logró entrar en el Paraíso terrestre y pudo así recuperar el precioso vaso; ahora bien: Set es una de las figuras del Redentor, tanto más cuanto que su nombre mismo expresa las ideas de fundamento y estabilidad, y anuncia de algún modo la restauración del orden primordial destruido por la caída del hombre. Había, pues, desde entonces, por lo menos una restauración parcial, en el sentido de que Set y los que después de él poseyeron el Grial podían por eso mismo establecer, en algún lugar de la tierra, un centro espiritual que era como una imagen del Paraíso perdido. La leyenda, por otra parte, no dice dónde ni por quién fue conservado el Grial hasta la época de Cristo, ni cómo se aseguró su transmisión; pero el origen céltico que se le reconoce debe probablemente dejar comprender que los Druidas tuvieron una parte de ello y deben contarse entre los conservadores regulares de la tradición primordial. En todo caso, la existencia de tal centro espiritual, o inclusive de varios, simultánea o sucesivamente, no parece poder ponerse en duda, como quiera haya de pensarse acerca de su localización; lo que debe notarse es que se adjudicó en todas partes y siempre a esos centros, entre otras designaciones, la de "Corazón del Mundo", y que, en todas las tradiciones, las descripciones referidas a él se basan en un simbolismo idéntico, que es posible seguir hasta en los más precisos detalles. ¿No muestra esto suficientemente que el Grial, o lo que está así representado, tenía ya, con anterioridad al Cristianismo, y aun a todo tiempo, un vínculo de los más estrechos con el Corazón divino y con el Emmanuel, queremos decir, con la manifestación, virtual o real según las edades, pero siempre presente, del Verbo eterno en el seno de la humanidad terrestre?.
Después de la muerte de Cristo, el Santo Graal, según la leyenda, fue llevado a Gran Bretaña por José de Arimatea y Nicodemo; comienza entonces a desarrollarse la historia de los Caballeros de la Tabla Redonda y sus hazañas, que no es nuestra intención seguir aquí. La Tabla (o Mesa) Redonda estaba destinada a recibir al Grial cuando uno de sus caballeros lograra conquistarlo y transportarlo de Gran Bretaña a Armórica; y esa Tabla (o Mesa) es también un símbolo verosímilmente muy antiguo, uno de aquellos que fueron asociados a la idea de esos centros espirituales a que acabamos de aludir. La forma circular de la mesa está, además, vinculada con el "ciclo zodiacal" (otro símbolo que merecería estudiarse más especialmente) por la presencia en torno de ella de doce personajes principales, particularidad que se encuentra en la constitución de todos los centros de que se trata. Siendo así, ¿no puede verse en el número de los doce Apóstoles una señal, entre multitud de otras, de la perfecta conformidad del Cristianismo con la tradición primordial, a la cual el nombre de "precristianismo" convendría tan exactamente? Y, por otra parte, a propósito de la Tabla Redonda, hemos destacado una extraña concordancia en las revelaciones simbólicas hechas a Marie des Vallées (véase “Regnabit, noviembre de 1924) (3), donde se menciona "una mesa redonda de jaspe, que representa el Corazón de Nuestro Señor", a la vez que se habla de "un jardín que es el Santo Sacramento del altar" y que, con sus "cuatro fuentes de agua viva", se identifica misteriosamente con el Paraíso terrestre; ¿no hay aquí otra confirmación, harto sorprendente e inesperada, de las relaciones que señalábamos antes?.
Naturalmente, estas notas demasiado rápidas no podrían pretender constituirse en un estudio completo acerca de cuestión tan poco conocida; debemos limitarnos por el momento a ofrecer simples indicaciones, y nos damos clara cuenta de que hay en ellas consideraciones que, al principio, son susceptibles de sorprender un tanto a quienes no están familiarizados con las tradiciones antiguas y sus modos habituales de expresión simbólica; pero nos reservamos el desarrollarlas y justificarlas con más amplitud posteriormente, en artículos en que pensamos poder encarar además muchos otros puntos no menos dignos de interés.
Entre tanto, mencionaremos aún, en lo que concierne a la leyenda del Santo Graal, una extraña complicación que hasta ahora no hemos tomado en cuenta: por una de esas asimilaciones verbales que a menudo desempeñan en el simbolismo un papel no desdeñable, y que por otra parte tienen quizá razones más profundas de lo que se imaginaría a primera vista, el Graal es a la vez un vaso (grasale) y un libro (gradale o graduale). En ciertas versiones, ambos sentidos se encuentran incluso estrechamente vinculados, pues el libro viene a ser entonces una inscripción trazada por Cristo o por un ángel en la copa misma. No nos proponemos actualmente extraer de ello ninguna conclusión, bien que sea fácil establecer relaciones con el "Libro de Vida" y ciertos elementos del simbolismo apocalíptico.
Agreguemos también que la leyenda asocia al Graal otros objetos, especialmente una lanza, la cual, en la adaptación cristiana, no es sino la lanza del centurión Longino; pero lo más curioso es la preexistencia de esa lanza o de alguno de sus equivalentes como símbolo en cierto modo complementario de la copa en las tradiciones antiguas. Por otra parte, entre los griegos, se consideraba que la lanza de Aquiles curaba las heridas por ella causadas; la leyenda medieval atribuye precisamente la misma virtud a la lanza de la Pasión. Y esto nos recuerda otra similitud del mismo género: en el mito de Adonis (cuyo nombre, por lo demás, significa "el Señor''), cuando el héroe es mortalmente herido por el colmillo de un jabalí (colmillo que sustituye aquí a la lanza), su sangre, vertiéndose en tierra, da nacimiento a una flor; pues bien: L. Charbonneau ha señalado en “Regnabit” (enero de 1925), "un hierro para hostias, del siglo XII, donde se ve la sangre de las llagas del Crucificado caer en gotitas que se transforman en rosas, y el vitral del siglo XIII de la catedral de Angers, donde la sangre divina, fluyendo en arroyuelos, se expande también en forma de rosas". Volveremos enseguida sobre el simbolismo floral, encarado en un aspecto algo diferente; pero, cualquiera sea la multiplicidad de sentidos que todos los símbolos presentan, todo ello se completa y armoniza perfectamente, y tal multiplicidad, lejos de ser un inconveniente o un defecto, es al contrario, para quien sabe comprenderla, una de las ventajas principales de un lenguaje mucho menos estrechamente limitado que el lenguaje ordinario.
Para terminar estas notas, indicaremos algunos símbolos que en diversas tradiciones sustituyen a veces al de la copa y que le son idénticos en el fondo: esto no es salirnos del tema, pues, el mismo Grial, como puede fácilmente advertirse por todo lo que acabamos de decir, no tiene en el origen otra significación que la que tiene en general el vaso sagrado donde quiera se lo encuentra, y en particular, en Oriente, la copa sacrificial que contiene el soma védico (o el haoma mazdeo), esa extraordinaria "prefiguración eucarística sobre 'la cual volveremos quizá en otra ocasión. Lo que el soma figura propiamente es el "elixir de inmortalidad" (el amritâ de los hindúes, la ambrosía de los griegos, palabras ambas etimológicamente semejantes), el cual confiere y restituye a quienes lo reciben con las disposiciones requeridas ese "sentido de la eternidad" de que hemos hablado anteriormente.
Uno de los símbolos a que queremos referirnos es el triángulo con el vértice hacia abajo; es como una suerte de representación esquemática de la copa sacrificial, y con tal valor se encuentra en ciertos yantra o símbolos geométricos de la India. Por otra parte, es particularmente notable desde nuestro punto de vista que la misma figura sea igualmente un símbolo del corazón, cuya forma reproduce simplificándola: el "triángulo del corazón" es expresión corriente en las tradiciones orientales. Esto nos conduce a una observación tampoco desprovista de interés: que la figuración del corazón inscrito en un triángulo así dispuesto no tiene en sí nada de ilegítimo, ya se trate del corazón humano o del Corazón divino, y que, inclusive, resulta harto significativa cuando se la refiere a los emblemas utilizados por cierto hermetismo cristiano medieval, cuyas intenciones fueron siempre plenamente ortodoxas. Si a veces se ha querido, en los tiempos modernos, atribuir a tal representación un sentido blasfemo (véase “Regnabit”, agosto-septiembre de 1924), es porque, conscientemente o no, se ha alterado la significación primera de los símbolos hasta invertir su valor normal; se trata de un fenómeno del cual podrían citarse muchos ejemplos y que por lo demás encuentra su explicación en el hecho de que ciertos símbolos son efectivamente susceptibles de doble interpretación, y tienen como dos faces opuestas. La serpiente, por ejemplo, y también el león, ¿no significan a la vez, según los casos, Cristo y Satán? No podemos entrar a exponer aquí, a ese respecto, una teoría general, que nos llevaría demasiado lejos; pero se comprenderá que hay en ello algo que hace muy delicado al manejo de los símbolos y también que este punto requiere especialísima atención cuando se trata de descubrir el sentido real de ciertos emblemas y traducirlo correctamente.
Otro símbolo que con frecuencia equivale al de la copa es un símbolo floral: la flor, en efecto, ¿no evoca por su forma la idea de un "receptáculo", y no se habla del "cáliz" de una flor? En Oriente, la flor simbólica por excelencia es el loto; en Occidente, la rosa desempeña lo más a menudo ese mismo papel. Por supuesto, no queremos decir que sea ésa la única significación de esta última, ni tampoco la del loto, puesto que, al contrario, nosotros mismos habíamos antes indicado otra; pero nos inclinaríamos a verla en el diseño bordado sobre ese canon de altar de la abadía de Fontevrault (“Regnabit”, enero de 1925, figura página 106), donde la rosa está situada al pie de una lanza a lo largo de la cual llueven gotas de sangre. Esta rosa aparece allí asociada a la lanza exactamente como la copa lo está en otras partes, y parece en efecto recoger las gotas de sangre más bien que provenir de la transformación de una de ellas; pero, por lo demás, las dos significaciones se complementan más bien que se oponen, pues esas gotas, al caer sobre la rosa, la vivifican y la hacen abrir. Es la "rosa celeste", según la figura tan frecuentemente empleada en relación con la idea de la Redención, o con las ideas conexas de regeneración y, de resurrección; pero esto exigiría aún largas explicaciones, aun cuando nos limitáramos a destacar la concordancia de las diversas tradiciones con respecto a este otro símbolo.
Por otra parte, ya que se ha hablado de la Rosa-Cruz con motivo del sello de Lutero (enero de 1925) (4), diremos que este emblema hermético fue al comienzo específicamente cristiano, cualesquiera fueren las falsas interpretaciones más o menos "naturalistas" que le han sido dadas desde el siglo XVIII; y ¿no es notable que en ella la rosa ocupe, en el centro de la cruz, el lugar mismo del Sagrado Corazón? Aparte de las representaciones en que las cinco llagas del Crucificado se figuran por otras tantas rosas, la rosa central, cuando está sola, puede muy bien identificarse con el Corazón mismo, con el vaso que contiene la sangre, que es el centro de la vida y también el centro del ser total.
Hay aún por lo menos otro equivalente simbólico de la copa: la media luna; pero ésta, para ser explicada convenientemente, exigiría desarrollos que estarían enteramente fuera del tema del presente estudio; no lo mencionamos, pues, sino para no descuidar enteramente ningún aspecto de la cuestión.
De todas las relaciones que acabamos de señalar, extraeremos ya una consecuencia que esperamos poder hacer aún más manifiesta ulteriormente: cuando por todas partes se encuentran tales concordancias, ¿no es ello algo más que un simple indicio de la existencia de una tradición primordial? Y ¿cómo explicar que, con la mayor frecuencia, aquellos mismos que se creen obligados a admitir en principio esa tradición primordial no piensen más en ella y razonen de hecho exactamente como si no hubiera jamás existido, o por lo menos como si nada se hubiese conservado en el curso de los siglos? Si se detiene uno a reflexionar sobre lo que hay de anormal en tal actitud, estará quizá menos dispuesto a asombrarse de ciertas consideraciones que, en verdad, no parecen extrañas sino en virtud de los hábitos mentales propios de nuestra época. Por otra parte, basta indagar un poco, a condición de hacerlo sin prejuicio, para descubrir por todas partes las marcas de esa unidad doctrinal esencial, la conciencia de la cual ha podido a veces oscurecerse en la humanidad, pero que nunca ha desaparecido enteramente; y, a medida que se avanza en esa investigación, los puntos de comparación se multiplican corno de por sí, y a cada instante aparecen más pruebas; por cierto, el Quaerite et invenietis del Evangelio no es palabra vana.
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